jueves, 19 de febrero de 2009

¡Mi Hija También Tiene Lupus!

Paola ya está en casa y tiene Lupus me repetía una y otra vez ¡Mi hija también tiene Lupus!
¿Cómo procesará ella lo que le sucede? ¿Cómo manejaré yo esta nueva situación adversa?
Debía prepararme muy bien psíquicamente pues ante mi tenía una doble responsabilidad, un doble desafío: "Ayudar a ayudarme", a tranquilizarme, a contenerme y hacer lo mismo con una de las personas que más amo en mi vida: Mi hija. Por suerte no estábamos solas ya que en casa vive su papá y su hermano mayor pero, soy yo la que tengo la misma afección, yo se la transmití para mi era todo un dilema ¿Cómo comenzar?.
Mi padre solía decir: -Cuánto más conozcas acerca de tu enemigo, más fácil será tu lucha contra el- Con respecto al Lupus siempre apliqué ésto, así que cuando hablábamos de mi enfermedad yo comentaba todo lo que habia aprendido preguntando a mis médicos y leyendo libros de medicina.
¿Cómo borrar en éste momento 18 años de convivencia ligada con el dolor de su mamá?, me vio sufrir por la enfermedad prácticamente desde que nació ¿Cómo minimizar mi pasado y mi presente con una salud afectada no sólo por Lupus sino por Artritis y ahora también por Artrosis? y no me quiero olvidar del "pack" gastritis, ataques de hígado, como consecuencia de tomar a diario tantos medicamentos, problemas de visión por la ingesta de Hidroxicloroquina (también tengo ojos secos)
Apelé en primer lugar a mi fe en Dios (y al recuerdo, siempre presente de mis padres que ya no están). A Él le solicité fortaleza, optimismo, sabiduría, tezón y sentido del humor para poder controlar mis emociones y lograr entre todos, un camino lleno de luz y esperanza para Paola.
¡Y llegó el momento que tanto temía!, reunirnos en familia y dialogar con ella. Estoy segura que Dios puso en mis labios exactamente lo que mi hija necesitaba escuchar.
Tomé la palabra y le pregunté: ¿Qué puedo decirte sobre el Lupus que ya no sepas?, has aprendido que los seres humanos "captamos e incorporamos" toda la información del mundo que nos rodea a través de nuestros sentidos; "lo has visto", "lo has tocado", "lo has oído", "has convivido" con el desde que estabas dentro mio. Quizás te brindé demasiada información. ¿Cómo podía saber entonces que también lo ibas a tener? pero quizás, esto no fue del todo malo ya que el afectado "tiene" que saber lo que le pasa para evitar lo negativo y conseguir todo lo que sea positivo para lograr una mejor calidad de vida.
A esta altura del diálogo, amenizado por algunas bromas de mi hijo y mi marido que se esforzaban por mostrar un poco de tranquilidad, había ya muy poco que decir así que para finalizar, le recordé que como cada persona es un ser único e irrepetible, tenía que tomar ella y sólo ella la decisión de procesar lo que le había sucedido, vivir a su manera "La etapa de duelo"
Durante largos meses tomó varios medicamentos con las siguientes drogas: Hidroxicloroquina, Carbonato de calcio-Vitamina D3, Meloxicam y la más alta dosis de Meprednisona (corticoide) ésta última le produjo tanta inflamación en su rostro casi de niña que no parecía la misma, vivía mirándose en el espejo y no deseaba salir; por suerte, sus amigos más íntimos, la acompañaban siempre que podían y la "obligaban" a dejar su voluntario ostracismo. A pesar de este triunfo (al que le atribuyo el 100% a sus amigos) Paola volvía triste y sin deseos de hablar y, lo más extraño es que en los rostros de los otros chicos se visualizaba la misma pena; así que ahora nos tocaba a nosotros, su familia "obligarla" a que contara sus vivencias.
Como ésto, merece un capítulo aparte, en el próximo, se los cuento